Pese a que la Semarnat informó que se han cumplido los 11 puntos de la recomendación número 10/2017 que emitió la CNDH para limpiar el río Atoyac, que atraviesa los estados de Tlaxcala y Puebla, se trata de formalidades y no hay un saneamiento verdadero.
Así lo señaló Andrés Barreda Marín, coordinador del Programa Nacional Estratégico (Pronace) Agentes Tóxicos y Procesos Contaminantes del Conahcyt, quien agregó que para lograr el derecho a un medio ambiente sano en los municipios por donde pasa el afluente, 22 de la entidad poblana y 49 del estado de Tlaxcala, el punto más importante es evitar que la industria, la agroindustria y los centros urbanos contaminen con aguas residuales.
En entrevista con Ángulo 7, indicó que la Secretaria del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), como cabeza de sector –al igual que Conagua y Profepa– no le dio el lugar que se merecía al Conahcyt como el principal centro de investigación científica del país.
El investigador de la UNAM y del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) explicó que la cuenca del Alto Atoyac está considerada como una Región de Emergencia Sanitaria y Ambiental (RESA) y ello es lo primero que deben reconocer las autoridades de los tres niveles de gobierno para garantizar que se sancionen a los contaminadores y, en otros casos, promover regulaciones más estrictas.
Revertir la desregulación ambiental
Lo anterior porque durante el neoliberalismo “se rebajaron dolosamente los requerimientos para facilitar la instalación de todas las empresas internacionales en un contexto de desregulación como estímulo fundamental a la inversión extranjera en el encuadre del Tratado de Libre Comercio”.
“Desde el gobierno de Carlos Salinas, pasando por Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y hasta Enrique Peña Nieto se llevó a cabo una deformación profunda en la legislación, no solo fue la violación de la norma, sino la deformación de las leyes para que, cumpliéndolas, se mantuviera a México como uno de los principales paraísos de desregulación industrial a nivel de China, Bangladesh, India, e Indonesia (…) y esta situación de intoxicación se volvió cosa de todos los días y en múltiples lugares que bajo el régimen del PAN se agravó muchísimo”.
Barreda Marín dijo que después del primer año de pandemia, el Conahcyt trató de crear un Grupo de Coordinación Intersectorial (GCI) con las secretarías de Salud y Medio Ambiente, pero solo la primera atendió el tema.
“La Semarnat no le puso la atención debida y desgraciadamente ello ocasionó que se perdiera mucho tiempo (…) intentando convencerle de buena fe perdimos dos años, tirados a la basura (…) el último año ni la buscamos porque no hay voluntad”.
Agregó que el Conahcyt ha realizado “mucha investigación” sobre los agentes tóxicos y enfermedades por causas ambientales, así como identificó los cambios que se necesitan en la normativa y la situación de fragmentación de competencias que impera en las instituciones que debe revertirse, pero se escuchó poco.
Secretaría de Salud atiende llamado
“Sólo la Secretaría de Salud atendió el llamado y tiene un programa piloto en Tlaxcala –tomando en cuenta que fue uno de los primeros estados donde se federalizó el sistema sanitario– para atender a afectados ambientales de la contaminación del río Atoyac (…) la idea es que el mismo avance a otros estados”.
Se trata, dijo, de un plan de atención a enfermos de leucemia y de insuficiencia renal crónica, consecuencia de la contaminación del río.
El también fundador de la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales (ANAA) y de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad concluyó que sigue igual de contaminado el río Atoyac y ello no se puede revertir con alguna planta de tratamiento o la firma de convenios sin acciones concretas e integrales por parte de los participantes.