Agua atmosférica

El agua es el elemento más importante para la vida y la prosperidad del planeta. Es un componente básico para satisfacer las necesidades humanas, brida apoyo a los sistemas de salud y es un insumo estratégico para el desarrollo económico. El agua también apuntala la seguridad alimentaria y energética, y garantiza la integridad del medio ambiente y los ecosistemas.

Sin embargo, la explotación desmedida de los cuerpos de agua, su uso ineficiente, la contaminación, la falta de inversión en la infraestructura y tecnología, la degradación de ecosistemas y el cambio climático están poniendo en riesgo el acceso seguro y sostenible a los recursos hídricos en todas las regiones del mundo.

De acuerdo con las Naciones Unidad, la mitad de la población mundial vive en zonas que enfrentan escasez de agua severa al menos una parte del año y una cuarta parte de la población enfrenta niveles extremadamente altos de estrés hídrico. En 2022, había 2 mil 200 millones de habitantes en el mundo con dificultades de acceso a agua y 3 mil 500 millones no contaban con acceso a servicios de saneamiento.

La precipitación es la principal fue de agua dulce y juega un papel fundamental en la disponibilidad de agua en la tierra. Como resultado del cambio climático, las sequías serán cada vez más frecuentes e intensas exacerbando la escasez de agua.

Un estudio reciente de la Universidad de Queensland incluye que si la tendencia de incremento en las emisiones de CO2 continúa, más de 5 mil millones de personas serán afectadas por sequías en el presente siglo. México destaca entre los países con mayor vulnerabilidad a las sequías con 100 millones de habitantes afectados, según el estudio.

Pero ni siquiera necesitamos estudios prospectivos. En México, el riesgo se materializa en tiempo real con una de las sequías más intensas de la historia. Hoy, el 58% del territorio registra algún grado de sequía con importantes impactos económicos y sociales.

Mientras que la Ciudad de México enfrenta desabasto de agua en 45% de sus colonias por debajo niveles del sistema Lerma-Cutzamala, las recientes sequías en Sonora merecieron una declaratoria de emergencia por sus impactos a la producción agrícola y ganadera.

Reparar fugas, ahorrar, tratar y reciclar el agua son medidas que ayudarán a mejorar la eficiencia en la gestión y consumo. En México, sólo el 14% de la población recibe agua de forma continua, 40% del agua servida se pierde por fugas, menos del 50% de las aguas residuales se tratan y el reúso es prácticamente inexistente.

La CEPAL estima que México necesita una inversión anual equivalente a 1.3 % del PIB para resolver los rezagos de infraestructura hídrica. Sin embargo, las bajas tarifas impiden a los organismos operadores invertir en mejoras y el presupuesto federal es insuficiente.

Pero ninguna medida de eficiencia bastará en ausencia de una oferta sostenible de agua. No se puede servir, tratar o reciclar un agua que no se tiene. En el futuro inmediato, se requiere avanzar en soluciones tecnológicas que permitan incrementar la oferta de agua de fuentes no convencionales.

Por ejemplo, hoy ya es factible producir agua a través de condensación atmosférica (AWG, por su siglas en inglés). Al igual que los paneles solares y las baterías de litio en su momento, la tecnología AWG avanza de forma acelerada, mejorando eficiencias y reduciendo costos.

Las ventas de equipos AWG aumentaron 20 veces en dos décadas para alcanzar 9 mil millones de dólares en 2022. Al igual que el sol, la atmósfera es una fuente inagotable porque contiene 10 veces más agua que todos los lagos y ríos del mundo y se renueva cada 8 días.

El agua ya es un tema prioritario en las campañas electorales de México. La generación de agua atmosférica debe ser considerada en las propuestas.

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