La humanidad ha buscado fundar sus ciudades cerca de ríos o lagos con la intención de permitir el abastecimiento de agua y México no es la excepción. Sin embargo, a diferencia de otras naciones americanas, México es un país con una modesta cantidad de agua dulce superficial muy por detrás de Brasil, EU y Canadá que ocupan el primer, segundo y tercer lugar respectivamente.
Esta situación es relevante para México, pero particularmente para el estado de Puebla. El Programa de Apoyo al Desarrollo Hidráulico de Puebla, Oaxaca y Tlaxcala establece que, del total del agua apta para el consumo humano apenas el 24.84 por ciento es de origen subterráneo, mientras que el 75.16 por ciento es superficial.
No es ningún secreto que hoy en día los ríos y lagos del estado de Puebla enfrentan diversas amenazas siendo las principales la contaminación, la sobre explotación derivada del crecimiento poblacional, las descargas de aguas residuales y el tratamiento deficiente. El Centro de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo Sostenible (CIATEJ) del Conahcyt señala que, dentro del estado las fuentes de agua superficiales más contaminadas son los ríos Atoyac y Alseseca así como la laguna de Valsequillo. Los primeros dos, como resultado de las descargas de aguas residuales provenientes de particulares, prestación de servicios y principalmente de las diferentes industrias.
Para el caso de la cuenca de Valsequillo, y más específicamente de la presa del mismo nombre además de padecer mínimos históricos en sus niveles de agua, se ha detectado la presencia de metales pesados como zinc, plomo, cobre, níquel, selenio, cadmio, cromo y mercurio, un auténtico desastre medioambiental para un sitio donde además se han descubierto materiales que indican la presencia humana más antigua de la región y tal vez del país.
Por otra parte, es importante destacar el papel que juega el sector agrícola, pues la falta de medidas ha favorecido la deforestación, la erosión y el arrastre de sólidos a ríos y lagos. Así mismo, las actividades agrícolas hacen uso de grandes volúmenes de agua para riego donde el vital líquido que no es absorbido por las plantas es filtrado al subsuelo junto con una cantidad importante de fertilizantes y demás compuestos agroquímicos que son absorbidos por animales y seres humanos degenerando en una amplia variedad de problemas de salud.
Lo anterior es importante debido a que como lo indica el Centro de Investigación en Política Pública (IMCO), el 76 por ciento del agua consumida en el estado es por los sectores agrícola, ganadero y acuacultura.
Uno de los ríos más contaminados del mundo, el Atoyac, cruza una población estimada en 3 millones de habitantes, dejando a su alrededor y colindancia graves focos de contaminación que cohabitan con población vulnerable. El orgullo que se tenía hace años de una laguna o presa con agua transparente y con paseos en lancha para los poblanos se fue acabando con la indiferencia de la autoridad estatal y federal. Hoy tenemos un gravísimo foco de contaminación a menos de 1 kilómetro de la población que vive en el Sur de la Ciudad de Puebla.
Voltaire destacó alguna vez la valía que hay en aprender de las experiencias ajenas. En este sentido, no se trata de castigar al sector antes mencionado, sino de evaluar propuestas que han sido exitosas en otros países. Las estrategias se pueden dividir en dos, las organizacionales y las de saneamiento. Dentro de las primeras están la planeación ambiental, el involucrar a la academia, los programas de información y educación, etc.
Dentro de las segundas, se pueden mencionar el control de fuentes de contaminación puntuales, el tratamiento descentralizado o endurecer la vigilancia y el cumplimiento normativo del vertido de aguas residuales.